Sí, sí... tengo claro que esta publicación viene con un mes de retraso, pero, incluso en medio de la cuarentena, he tenido meses bastante agitados, por lo cual el blog se ha visto muy abandonado. De todas formas, aunque el pride de este año ya pasó (oficialmente, porque el orgullo se vive todos los días) no quise perder la oportunidad de hablar sobre el impacto del final de She-ra y las Princesas del Poder, especialmente, en este contexto.

Me da un poco de nostalgia pensar que la primera vez que  escribí sobre She-ra en el blog fue días antes del estreno de su segunda temporada. En ese entonces se hablaban muchas cosas sobre la caricatura, variadas críticas principalmente, que mencioné en el post de aquel entonces. En la actualidad, con cinco entregas, la historia de la Adora, la rebelión y la Horda, ha concluido. Y los sentimientos que dejó a su paso son muchos.

Con 52 episodios, Noelle Stevenson (productora y guionista) evidenció una inteligente, moderna, respetuosa y completa manera de realizar un reboot, conservando la esencia y naturaleza de la versión original de los años 80's, pero dando un paso más allá, al adaptar la historia con su propia interpretación de ésta. 

Stevenson tomó el concepto inicial de She-ra: La Princesa del Poder, sus personajes y su mundo, pero lo transformó a algo mucho más complejo, y a la vez mucho más lógico. Con la misma intención de empoderamiento femenino, pero expandiéndose a la diversidad de cuerpos y sexualidades (algo que para nada tenía cabida en los 80s, y que en pleno año 2020 siguen siendo pocas las caricaturas que logran hacer esto tan bien como ésta).

Con tan solo esto, ya podemos entender de dónde proviene el gran impacto de la caricatura. Muchas animaciones han intentado hacer lo que She-ra logró.

El construir una historia divertida y rápida, que nunca deja de profundizar y complejizar los hechos, pero siempre en la justa medida, para que grandes y chicos puedan disfrutarla por igual; es una meta de la que no muchas producciones actuales pueden jactarse, pero hacer esto al mismo tiempo en que se entrega un mensaje tan potente sobre diversidad, aceptación, inclusión y amor propio, merece un reconocimiento especial que Noelle Stevenson y su equipo se merecen sin dudas. 

Y pensándolo, no me sorprende que tantos adultos se hayan encariñado de esta serie, si es la caricatura que esperaron ver desde hace años.

Aunque el final me dejó satisfecha, admito que si en cualquier momento confirmaran alguna próxima aventura, en cualquier formato, la recibiría con ansias. Hasta que no suceda, seguiré atenta a todos los nuevos proyectos de Noelle Stevenson y el equipo tras de She-ra, pues creo tajantemente, que lo que hicieron en estas cinco temporadas, es lo que quiero seguir viendo en animación: historias complejas, pero entendibles, con personajes con redondos y divertidos... con una historia que a pesar de su fantasía y ciencia ficción, sigue siendo relatable. 

Una pena que solo haya durado cinco temporadas, pero un gusto haber acompañado a Adora, Glimmer, Bow, Catra, la rebelión y la horda, en su aventura.